Querida persona a quien molesto al hacer pública mi lactancia:
Hoy te escribo estas letras, no porque te merezcas una explicación, sino porque necesito que sepas que lo que haces no está bien, y alguien tiene que decirtelo. Lo que haces duele, lastima, incomoda, y tiene consecuencias. Y es hora de que te enteres del alcance de tus palabras.
Es dura la lactancia de por sí. Para mi recién nacido encontrar el pecho fue instintivo, pero para mi no fue tan fácil. Las grietas no tardaron en aparecer, los pezones comenzaron a sangrar, el dolor comenzó a apoderarse de mi lactancia. Corregí posturas y posiciones, llamé a consultoras de lactancia, utilicé cremas y recurrí a métodos naturales para aliviar el dolor, pero seguía siendo complicado.
Yo sabía que esa primera leche, el calostro, no es una leche que sale en grandes cantidades, sino pocas gotas de nutrientes concentrados, porque el estómago del bebé es pequeño y no tiene capacidad para mucho alimento. Entonces, como el bebé necesita un poco a cada rato, mama todo el tiempo, durante 1 hora, 2 horas, 5 horas… es agotador. Yo lo sabía, pero la enfermera solo ve a una madre cansada, y ofrece (quizás con la mejor intención) una pequeña “ayudita” de leche de fórmula, sin embargo muchas veces esa es la peor de las trampas. La lactancia cuesta, y esos primeros días es crucial que sea exclusiva, en la mayoría de los casos. Me hubiera gustado que en vez de ofrecerme esa ayudita con leche maternizada, me ofrezca ayudita con palabras de aliento, ya que el gran desafío es rechazar esa “ayuda” cuando realmente no das más de cansancio.
También sabía que luego de 3 o 4 días de ese pesado ritmo, baja la leche madura. Y es mucha. Muchísima. Se me congestionaron los pechos y se duplicó su tamaño, pudiendo terminar en una mastitis si no me encargaba de vaciarlos… pero obviamente toda esa cantidad producida no toma un bebé de menos de 1 semana, entonces la solución era extraerme. ¿Y sabés lo que significa eso? Que mientras el bebé duerme, me tengo que extraer leche, todo el tiempo, cada 2 horas, a cada rato, durante varios días más, hasta que mi cuerpo entienda qué cantidad debe producir. En vez de descansar luego de noches enteras sin dormir, ordeñarse debe la madre. Ahh, no era tan fácil todo este tema por lo visto.
Pasa el tiempo, se establece la lactancia, y si tuve la bendición de que no me quieran meter en la cabeza la peligrosa y errada idea de que “el bebé llora porque se queda con hambre y es necesario complementar con fórmula”, el problema empieza luego los 6 meses… que mi leche ya caducó, que ya es solo agua, que no le alimenta, que es un vicio, que bla, bla, bla. Sigo sin entender porqué disfrutas opinando sobre algo de lo que ciertamente no conoces. No analizaste mi leche, ¿verdad? O ¿un análisis a mi hijo al menos, para saber cuántos nutrientes está perdiendo por culpa de mi leche de mala calidad?.
Tus palabras, persona que critica mi lactancia, te cuento que duelen y perjudican. Duelen por todo el esfuerzo que hice desde el primer día, en mantener ese vínculo hermoso y ese alimento más importante para mi bebé. Duele por las noches sin dormir tratando de darle lo mejor a mi hijo. Duele porque sin siquiera conocerme, vos me decís qué es mejor para mi y para mi pequeño. Causa mucho dolor que solo te importe como yo me vea antes tus ojos, y no como mi bebé y yo nos sintamos ante tu rechazo. Y sobre todo, lastima muchísimo que catalogues de negativo el vínculo más hermoso que en toda la vida tendré con mi mayor tesoro.
La lactancia es amor, es contención, es caricia, es seguridad, es mi bebé, soy yo, y es algo nuestro. Y vos con tus palabras, me haces sentir que lo que hago está mal, me haces sentir incómoda con tus comentarios, me molesta lo que decís de mi y de mi hijo, hasta me hacés querer abandonar mi lactancia… ¿vos sabes lo que eso implica? La lactancia materna previene alergias, por ejemplo. ¿Qué pasa si yo, por tu rechazo, decido destetar, y más adelante mi hijo tiene algo que pudo haber sido prevenido con la leche materna? ¿Vas a poder cargar con eso?
Por eso te digo a vos, que te molesta ver mi pecho siendo acariciado por mi bebé mientras se alimenta de leche de su mamá; a vos, que te causa incomodidad que no tape el envase del cual MI hijo extrae lo que necesita para crecer sano y fuerte; a vos, que determinas que un niño ya es “grande” para succionar el pecho de su madre, DE SU MADRE, por que según tu comprensión mi leche tiene fecha de vencimiento; a vos, que me mirás despectivamente porque mi bebé ya camina y habla, y es capaz de estirarme la ropa por si solo, para saciar su necesidad emocional y fisiológica; a vos, que te metés con MI cuerpo, con MI momento, con MI decisión, y que crees que podés opinar libremente sobre mi maternidad… Por favor, en nombre mío y de muchas madres que sienten igual: quizás sea hora de que mires para adentro y veas por qué te molesta ver a un ser humano indefenso alimentarse.
Quizás ese rechazo que sentís ante un vínculo maravilloso se trate de tus propias sombras de infancia, no te juzgo. Quizás, por alguna razón, te sientas con algún derecho superior adquirido, de opinar sobre la vida ajena como si fuera la tuya. Sin importar cual sea la razón que te lleva a criticar mi durísimo trabajo, solo quiero pedirte una cosa: dejame dar de mamar donde quiera, cuando quiera, como quiera. Si algo te molesta a vos, llevá tu sabanita y cubrite para no verme, pero no critiques mi esfuerzo y mi decisión por tus manías personales.